Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Y de todos los que hay se termina en el peor de todos...

Capítulo 16

El oficial se acercó despacio y con la mirada fija en nosotros, como si hubiésemos hecho algo malo.

- ¿Por qué abrieron ésta cerradura chicos? Metete para adentro vos. - Me empujó con fuerza y cerró de un portazo, no sabía a lo que se enfrentaba…
- ¿Por qué no podríamos abrirla acaso? - Espetó Santiago. Si bien notaba a simple vista que era un oficial, no llevaba ni nombre ni cargo en la camisa. Pero logró divisar la funda de cuero de un arma.
- ¿Ustedes son los amigos de éstos chicos? – Dijo el oficial mirando con algo de bronca al adolescente que se atrevió a responderle…

Los miraba fijo, yo pensé que no tendría mucho sentido iniciar una discusión, podría terminar en confrontación y de la forma en que se encontraba Marino no era conveniente eso, tendríamos que huir y no creía que fuera nada fácil con un desmayado en brazos.
Me asomé por la ventanita cuadradita de la puerta, a la cual el oficial le daba la espalda, y les hice señas a mis amigos para que se lo llevasen a otro lado.
Ana me miró y me oyó sin que yo tuviese siquiera que mover los labios…

- Llévenselo lejos de acá, ya sabe demasiado. Tenemos que irnos sin dejar rastros.

Y me asintió con la mirada, sin que el oficial se percatase.

- Disculpe oficial - interrumpió Ana con total tono de arrepentimiento y vergüenza. – No sabíamos que no debíamos visitarlos, entiendo que nos sobrepasamos, pero queríamos saber que estaban bien...  – Y lo miró a los ojos. Estableció conexión con su mente.
- Menos mal, por fin una que entiende, no como el pelafustán éste que se me hace el gallito… - Dijo mentalmente él mientras miraba los ojos color miel de Ana.
- Vamos para la sala de espera. – Dijo en un tono autoritario - A ver si así evito que fuercen la cerradura de nuevo – Pensó y se aseguró de que la puerta estaba perfectamente cerrada, y me vio con rudeza.
- Aguantá acá vos- Me dijo.

Se fueron, luego de que estuviesen lo suficientemente lejos, levanté a Marino en brazos y abrí la puerta, salimos, siempre mirando a todos lados, caminaba lo más rápido que podía, sabía que si corría no iba a aguantar mucho, no quería bajar por las mismas escaleras que ellos, así que me fui por el pasillo buscando otra salida, encontré rápidamente otras escaleras, no había nadie en los pasillos, era el momento perfecto, bajé muy despacio, siempre alerta, vi montones de incubadoras en salas diversas… evité a algún que otro doctor antes de que pudiera decirme nada, todo eso en menos de dos minutos…

Mientras tanto los chicos en la sala de espera escuchaban lo que decía el oficial.

- ¿Saben que es lo que falta hoy en día en este país? Disciplina. Y ustedes son la prueba pura de eso, no se puede entrar a un lugar sin permiso ni autorización y violando las normas que toda la sociedad…

Decía demasiadas cosas, el clásico sermón moral…
Tatiana se sentó mirando hacia donde yo iba caminando y le costó bastantes esfuerzos mantener la vista enfocada en Marino y en mí…

Yo no doblaba una cornisa sin antes revisar… hasta que vi el cartelito de salida y me desesperé, había un guardia y me vio. Creo que si en ese momento me frenaba y le daba una buena excusa, me hubiera dejado salir, pero invadido por el pánico, dí media vuelta y empecé a trotar hacia la sala de espera de la planta baja, donde estaban los chicos y el oficial. Escuché que el guardia corría detrás de mí…
Tatiana se levantó de un salto interrumpiendo la "interesantísima"charla del oficial, todos se pararon y vieron hacia dónde se dirigía. Iba para la salida…

¡Mierda mierda mierda! El guardia que me perseguía había sacado el interlocutor, esa era una de esas cosas que en casos como ésos no debían pasar…

- Petrelli, ¿Me copiás? – Escuché.
- Si, Jorge qu… -

¡¡¡CRASHH!!!

Sin darme vuelta se lo destrocé contra una pared. Carajo, las cosas no parecían tener un final diplomático.
Llegué con mis últimos esfuerzos a la sala de espera y dejé medio bruscamente a Marino en el piso. Ahora todos estábamos parados y al acecho. Por otro pasillo se aproximaba Petrelli. El tipo medía dos metros de alto...

y de ancho...

Mariana en ese instante tuvo otro flash confuso y alcanzó a ver un revólver apuntándole que...

¡BANG!

Ir a capítulo 15: Siempre hay otro camino._____Ir a capítulo 17: Capacidad de cambiar la realidad.

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