Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

lunes, 14 de octubre de 2013

5

En la habitación hay demasiadas cosas metálicas. Las esposas en las muñecas, las sillas, la mesa situada en el centro, las dos cámaras de vigilancia en los vértices opuestos de la habitación. El gran y evidente espejo-ventana en la pared lateral no está hecho de metal pero los marcos sí. Las computadoras de atrás del vidrio, los micrófonos, la gargantilla de la chica que opera la computadora, el aro izquierdo, la aleación dentro de la pierna de Méndez, su revólver, alguna que otra moneda, lámparas, vigas, columnas... infinidad de posibilidades.

El policía se inclina hacia adelante, en una mano tiene la carpeta con el análisis del caso, en la otra, una bolsa de papas fritas.

- ¿Adónde está la plata?

Rolando piensa un largo rato.

- En Buenos Aires - Ríe Rolando.

Capítulo 100


Córdoba, año 1975

Justo luego de que su primer novia le destrozara el corazón diciéndole que ya no sentía lo mismo por él, Julían Méndez comenzó a trabajar en la seccional. Joven y esbelto, preparado para la acción. Sin embargo no lograba socializar con mucha facilidad, quizá por su tono campesino, por su sencillo silencio, o por su destrozado autoestima.
Sólo se acercaba esporádicamente a dos chicos que eran pareja: María y Claudio. Parecía sólo haber entablado vínculo con ellos y la relación era inocente.
Dos meses después de su ingreso, un chico llamado Matías ingresaba a trabajar a la misma división. Matías era mucho más desinhibido y lograba sacarle al menos una sonrisa a ese extraño que tan poco se había relacionado con los demás. Matías sería quien "flexibilice" la rígida moral del joven Méndez. Cuando se reunían informalmente los policías sacaban hierba y tela para armar velas, porros, fasos.  Méndez los miraba desde la distancia. Matías se acercaba a él con un porro en la mano y lo incitaba a probar. Méndez se negaba y Matías lo empujaba  al centro de la ronda, gritando "¡Que fuuuumeee! ¡Que fuuuumeee!", todos lo imitaban, Julián intentaba salirse pero lo encerraban. "Probá, dale, ¿Qué te va a hacer una sola?" , "Dale maricón", "Pecho frío", "¡Careta!". Finalmente Matías se acercaba con un porro y le invitaba nuevamente. Méndez accedía. Los muchachos se enloquecían y Méndez se sentía querido. Sociable. Quién diría que luego, esos mismos "amigos" que ha conseguido, serán los que distribuyan los grandes movimientos de droga en Córdoba.
Matías también le enseñó a Méndez el mundo de la prostitución fácil. Amenazar con encerrar a una mujer desesperada que no encuentra otro medio para conseguir dinero resultaba ser pan comido para Matías, quien periódicamente asistía a los distintos prostíbulos escondidos en la noche cordobesa. Méndez le acompañaba, sentía en Matías a alguien interesado en brindarle un momento de aventura. Al mismo tiempo Matías sentía en Julián a un compañero noble, fiel y lo suficientemente callado como para no traerle problemas.
Sin embargo, Julián no disfrutaba de ninguno de esos eventos, sólo curioseaba, y un día se vio al espejo y no le gustó lo que veía, drogas, extorsión, corrupción. Todo.
Decidió volver a su vida anterior, tímida y sana, y ese mismo Martes invitó a su pareja de amigos a cenar a casa para festejar el embarazo de María. En su pequeña casa recién adquirida sirvieron un asado con todas las letras. Matías claramente no fue invitado, ni ninguno de los demás amigos. Mientras cenaban la exquisita carne, los noticieros anunciaban un pedido de amparo de un grupo de prostitutas, sumado a un revuelo entre la policía y un grupo de manifestantes militantes.
Resultó ser que esa manifestación terminó en la muerte de al menos siete manifestantes en manos de la policía, la cual habría abierto fuego con un revólver en lugar de una escopeta de balas de goma.
Los principales acusados del crimen eran pareja: María Rachid y Claudio Castro, los amigos de Méndez. El abogado que los defendió era un vendido que se quedó sin argumentos ante la contraparte porque ya habían financiado su silencio. El juez se llamaba Juan Gaona y sin vacilar los declaró culpables del homicidio múltiple doloso agravado por el cargo, sumado a la brutalidad policial que las autopsias habían declarado. María y Claudio estuvieron en prisión común por veintidós años. Sin haber hecho nada, por un crimen que databa de la noche del día 3 de Junio de 1975, cuando en realidad ellos estaban a 25 kilómetros de distancia, comiendo un asado en la casa de un amigo.
El arma homicida resultó ser un revólver Colt 357 Magnum, un arma que, luego del juicio, iría a parar a una fiscalía cualquiera, donde Matías terminaría comprándola por debajo de la mesa y ragalándosela a Méndez para su cumpleaños.

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Córdoba, Hace cinco meses.

 Luego de una juntada en la casa de Tadeo, todos los chicos se retiran, Rolando es el único que se queda a dormir. Esa noche ambos dos quedan tirados en dos colchones en el living, después de jugar videojuegos por un largo rato, se ponen a charlar de chicas lindas, bonitas, atractivas, no muy lindas, profes, y demás temas de la vida.
- ¿Y vos Rolo qué tenés pensado hacer más adelante...? digo, con el poder y eso.
- No tengo idea, la verdad que antes sentía que era vago y distraído para las cosas académicas y ahora sinceramente creo que eso se intensificó, jaja... ¿Y vos? ¿Con la Psicometría? ¿Qué onda?
- ¡No sabés! Descubrí que, cuando hay luna nueva, el poder se me intensifica bocha.. pero BOCHA. Ponele cuando...

Breve silencio.

- ¿Cuando qué?
- Nada. Que... ¿Te acordás cuando fuimos al Neonatal, que vos le sacaste el revólver al cana y yo lo toqué?
- Sí, obvio...
- Bueno, esa noche ¿Te acordás que dijimos que iba a quedar en tu casa? ¿Y nos quedamos a dormir todos?
- Sí... me acuerdo que lo escondimos en la mesita del living para que mi vieja no lo viera, jajaja, ¿Qué pasó con eso?

Tadeo se sienta en su colchón.

- Bueno, fue como toda una coincidencia re justa, porque mientras estaba durmiendo se ve que se me salió un dedal de la mano y encima giré y toqué el arma sin querer y soñé un montón de cosas. Después me enteré de que ese día empezaba la luna nueva.
- ¿Y se te mezcló el poder con el sueño?
- ¡Sí!
- ¡Re loco! ¿Y qué onda?
- Y bueno... primero vi lo del neonatal, todo, hasta que el cana desenfundó. Y desde ahí mucho, mucho tiempo adentro de la funda, algunas veces sacaba el arma para amenazar a alguien como nosotros, pero nada más, se ve que no le caen muy bien los jóvenes. Pero como era luna nueva, pude seguir para atrás. Y llegué hasta el punto en el que un amigo de la policía le regala la pistola al cana éste. El amigo se la había comprado a un tipo de traje en uno de esos lugares como el palacio de justicia o esos...
- ¡Chabón! - Rolando se sienta frente a él.
- Sí, no, pará, que encima, si seguís para atrás, el chabon éste de traje, la obtuvo de un guardia en un juicio. Mirá te digo lo que vi desde el Neonatal:  La Colt va , pasa por mis manos, pasa por las tuyas, dispara contra Mari, vuelve hasta las manos del cana, se queda en la mano derecha apuntándonos, "Suban todos ya o cobra su amiga!!!", disparó y rozó a Ulises, volvió a la funda sobaquera del cana y de ahí veo un poco menos, puedo escuchar que el cana habla de mil cosas, lo escucho mientras duerme con su mujer, (No pasa nada, debe ser que falta incentivo :P), vuelve a cargar el arma para el trabajo... y bueno, un montón de otras cosas así sin mucha gracia... excepto por un momento en que el cana deja el arma y la placa sobre una mesita, donde veo un cuadro en el que sale él abrazado a un tipo y una mina, comiendo un asado. Y ahí el cana lagrimea un poco y se seca. "Soy un cagón" dice a veces. Un poco más atrás veo al cana recibiendo el arma de la mano de otro cana "Gracias Matías" le dice, y el otro le responde "Feliz cumple, Julián!", más atrás y veo algo terrible: matan a una persona en un allanamiento a una casa "Decile a la prensa que los encontramos así, estamos" escucho que le dice un cana a otro.
- ¡Chabón! esperá, osea que al que nos encontramos en el Neonatal ¿Se llama Julián?
- ¿¡Eso es lo único que te sorprende!? Jajjaja
- Hubiera apostado que se llamaba de otra forma...
- Sí, pero pará que sigue: el arma fue comprada a un tipo de traje en una oficina, parece que es un abogado o algo, "No viste nada vos, eh?", "No dale, tomá la plata", se ve que fue comprada en negro, a las manos del tipo de traje llega desde otro de traje que la saca de una especie de jaula muuuy grande, donde estaba junto con otras armas incautadas de crímenes. Más atrás veo un guardia que la deja ahí, porque la acaba de traer desde un juicio, donde acusaron dos canas de haber matado a mucha gente. "Condeno a María Rachid y Claudio Castro a prisión efectiva común por el período de veintidós años", "Pero señor juez Gaona!" escucho, y es el mismo cana que nos encontramos en el Neonatal, "Ellos son inocentes!" grita éste... ¡Julián!, y el juez le responde "Orden en la sala!, usted, el que grita sin presentar pruebas, le invito a retirarse"
- ¿Al mismo que nos encontramos en el neonatal?
- Sí, ese, pero está re distinto, se ve que pasaron AÑOS, de por medio.
- ¡Re loco! ¿Y qué mas viste para atrás?
- Bueno, más antes del juicio está matando a muchos, como a siete en medio de una calle. Fue horrible ver éso. Se escuchan gritos de ayuda y otros gritos como más represivos "Callate", "Tirales", "Matá". Y más antes solamente veo al tipo amigo del cana...
- ¿El que le regaló el arma?
- Sí, ése... Matías.
- Wow, ¿Y qué más?
- Y hasta ahí llegué. Después fue muy feo porque me desperté MUY cansado y con los ojos LLENOS de sangre. Por suerte en tu casa estaban todos durmiendo y ninguno se despertó cuando me lavé la cara. Por eso fue que estaba manchada de sangre mi sábana...
- ¿Pero no había sido tu nariz?
- Justamente no sé por qué lo mantenía oculto, por ahí tenía algo de vergüenza, no sé, pero así es como funciona mi poder.
- ¡Pero chabón! ¡Turbiasa la historia de esa arma!
- Sí, mal...

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Córdoba, tiempo presente.

Habiendo llegado la ambulancia, se le dio atención médica al disparo que Rolando recibió en la pierna, afortunadamente no había tocado ningún tendón ni nada que no pudiera sanarse con un par de vendas y algo de reposo. La misma enfermera que en otro día recibió a Tadeo ahora recibia a Rolando, Mientras entra Méndez, la enfermera le pregunta cómo sigue la causa de la señora que fue "desenchufada". Méndez le responde que no le asignaron a él el caso.
Sacar la bala de la pierna de Rolando resultó asombrosamente fácil, pues salió sola. A Méndez le alcanzó con limpiar bien la herida y colocarse una pomada de base de Aloe Vera.

Matías está ahora encerrado junto con Rolando en una habitación de interrogatorio, afuera, espectan Méndez y una mujer que opera la computadora. Rolando está esposado a una silla.

- ¿Dónde está la plata?
- En Buenos Aires. - Ríe Rolando.

Matías se sienta, deja el expediente y unas papitas fritas en la mesa.

- Rolando... ¿Rolando era, no es cierto?
Rolando asiente con la cabeza.
- Rolando, ¿Por qué creés que estás acá? - Espeta Matías con tono serio.
- Pintó.
- ¿Cómo? perdón, no te escuché. - Retruca.
- Que Pintó. - Repite Rolando con tranquilidad.
- Ah ... pintó. Está bien.

Matías pone una Desert Eagle sobre la mesa con la mano izquierda y una Smith and Wesson 357 Magnum con la derecha. Ambas apuntando a Rolando. Sin sacar los índices de los gatillos, vuelve a preguntar.

- Te lo voy a preguntar por última vez... ¿Adónde está la plata?
- Se la regalé a un juez... seguramente lo conoce.
- ¿Te estás haciendo el boludo?
- El señor Juan Gaona, no se si lo ha oído nombrar.

Méndez recuerda.
- Gaona... Vendido de mierda.

- ¿Gaona? -Pregunta Matías.
- El mismo, le digo nombres porque es evidente que ni siquiera él mismo debe recordar cuántos y cuáles fueron los que acudieron a sus "servicios", usted entiende...
- ¿Y el resto?
- ¿Cuál resto?
- Del dinero...
- No hubo resto.
- Tres millones y no hubo resto...
- ¿Por qué lo habría?
- Los casos de coimas suelen ser por montos menores...
- ¡Ve! ¡Y yo recién me llego a enterar! Me vio la cara el juez.
- No te pases de vivo, ¿Eh? ¿Dónde está el resto?
- Le digo que no hay resto. ¿Usted me está diciendo que yo soy un ladrón, oficial?

Matías lo mira con fastidio.

- Por favor... ya le dije el nombre que estaba buscando. - Dice Rolando mirando ahora hacia el espejo, sabiendo que detrás se encuentra Méndez.
- Te vas a quedar acá hasta que yo vuelva.

Matías se pone de pie, camina hacia la puerta.

- ¿Cómo se llama usted, señor?

Matías se detiene. Vacila...

- Matías. ¿Por?
- ¡Ah! ¡Entonces seguro que lo conoce al juez!

Méndez gira la vista.

- ¿Y por qué lo conocería yo a ese juez?
- ¿Cómo por qué compañero? ¡Si usted también le pagó! - Rolando ríe.

Matías mira hacia el espejo y vuelve a mirar a Rolando. Apoya las palmas de las manos sobre la mesa, aferrandose a los bordes y mirando fijamente a Rolando.

- ¿Y por qué le habría pagado yo a ese juez?
- Para obtener algunos... servicios... lo coimeó, ¡Bah! Estamos en la misma.
- ¿De dónde mierda sacás vos eso de que yo coimeo jueces?
- ¿Que acaso no lo hace?
- ¿Qué sabés?
- Sé lo suficiente como para saber que usted lo coimeó para que declare culpables a otras personas en su lugar...
- ¿De qué mierda estás hablando? - Repsonde Matías y mira nervioso a Méndez detrás del vidrio.
- Mmm.. María y Claudio, creo que...

Matías levanta la Desert apuntando a Rolando. Méndez se sobresalta. Esos nombres le resultan familiares.

- ¿Qué pasó? ¿Acaso te recordaron a algo?
- Cerrá la boca. Yo tengo el arma, así que las preguntas las hago yo acá.
- Ra... Rachid era ella. Y él se llamaba Claudio Castro, ¿Puede ser?

A Méndez se le llenan los ojos de lágrimas. Mira a Matías. Matías apoya el arma en la frente de Rolando.

- ¡Calláte!
- Acusados de haber asesinado a siete personas... ¿Te suena? pero claro que te suena...

¡CRUNC!

Un culatazo en la nariz desde un costado. Comienza a fluir sangre de la nariz de Rolando.

- ¿¡Qué pasa oficial!? ¿¡Acaso le tiene miedo a un hombre esposado!? - Espeta Rolando y la Desert se le sale de la mano a Matías y termina en las manos de Rolando, que abre las esposas, se pone de pie y le apunta.
- ¿¡Acaso tiene miedo!? - Repite.
- ¿¿¡¡Qué mierda sos!!?? - Se horroriza Matías.
- No, no... acá la mierda sos vos... Sentate. - Afirma Rolando y una silla se le acerca a Matías desde atrás con fuerza, obligandolo a sentarse.
- Hijo de...
- Resulta que ahora al arma la tengo yo, así que voy a hacer algunas preguntas. - Dice Rolando. - ¿Te suena o no te suena el juez?
Matías hace silencio.
- ¡Hey! te hice una pregunta...
Matías se pone de pie, corre  y se abalanza contra Rolando, lo tira al piso y comienza a golpearle la cara una y otra vez.

¡TUMP!
¡TUMP!

- ¡¡Te dije que te callaras!!

¡TUMP!

Un arma fría se posa en la nuca de Matías. Gira la cabeza.

- ¿Es verdad?- Pregunta Méndez con los ojos cubiertos de lágrimas.
- ¡Julián! Esperá afuera que ya termino con éste...
- ¿¡Es verdad o no es verdad!? - Grita Méndez.
- ¡¡Bueno sí, sí, es verdad!! pero...
- La puta que te parió. ¡Dejalo salir! - Empuja a Matías hacia un costado.
- Julián, pero esperá, que a eso lo hablamos después...
- Andate Rolando.
- ¿¿Qué?? ¡no podés decirle que se vaya a un culpable...!
- No, justamente, a vos te pido que te quedes, hijo de puta.

Rolando se levanta, le duele la cara  y le sale sangre de la nariz.

- Andate Rolando, gracias por todo. - Dice Méndez.

Rolando se va corriendo del lugar.

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Seis días después, estando Rolando en su casa. Recibe un sobre con su nombre. Al dorso dice: "Vos querés saber más sobre tu poder?"

Capítulo anterior.__________Capítulo siguiente.

4 comentarios:

  1. "Qué?? no podés decirle que se vaya a un culpable...!
    - No, justamente, a vos te pido que te quedes, hijo de puta."
    simplemente, genial

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  2. ahh de pronto rolando y tadeo ademas de sus poderes, tambien tienen super memoria... jaja no cualquiera se acuerda de nombres de desconocidos :P

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  3. Carajo Blogger me llena el cap de publicidad... -.-

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