Quietud

Suena el ringtone en el celular de Marino. Atiende.

- ¿Marino...? ¿Ustedes salieron bien?
- Si, gracias por esperarnos, puto. ¬¬
- ...
- Ahora tenemos que caminar hasta la parada del bondi...
- Marino...
- ¿Qué?
- Tadeo está internado en el hospital de urgencias.
- ...

================Capítulo 84================
"Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión: su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. ‘Pero cómo, ¿usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?’. ‘Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe’. El cirujano ‘de real valor’ además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!..."
"En este momento y a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer."
 "Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: ‘a mí no me ha derrotado nadie’. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla..." 

 René Favaloro. Carta de despedida.

Santiago, Natalia y David están sentados en la sala de espera. Entre Santiago y Natalia hay una señora tejiendo nerviosamente. David tiene vendada toda la mano izquierda. Santiago está algo tenso. El camión está estacionado afuera. Aún tiene algo de droga desparramada. Rolando está en la cabina. Con la cabeza apoyada en el volante. El pelo largo cae por entre éste.

- Seguro que le van a tener que hacer toda una intervención quirúrjica para sacarle los perdigones... - Suspira David.

Natalia levanta la mirada. Tiene la cara enrojecida y los ojos llorosos. David la abraza.

- ¿...? ¿Qué les voy a decir a los padres de Tadeo cuando me pregunten... por Dios...? - Piensa David.

Santiago abre y cierra los puños. La mujer al lado de él le saca charla. Él la sigue. Comentan acerca de porqué están ahí, o, mejor dicho, por quién.

- Chicos... - Aparece una enfermera. - ¿Ustedes están con... - Relee el nombre del anotador. - Tadeo?
- Sí, nosotros.
- Bueno, está inconsciente todavía. Perdió mucha sangre y se tiene que recuperar.
- ¿Lo podemos ver? - Pregunta Santiago.
- ... En realidad según formas legales...
- ...
- Vengan.
- Ohh... no. Vayan ustedes, yo me quedo. - Dice Natalia y las lágrimas le trepan nuevamente desde dentro.
- Bue... yo también me quedo entonces...
- No, no, andá si vos lo querés ver, David.
- ...

David se queda con Natalia. Santiago acompaña a la enfermera.

Entra en una de las habitaciones...

- ¿Vos me vas a firmar la constancia?... No lo toques, podría ser qu...

Las recomendaciones de la enfermera siguen sonando pero Santiago ya no las escucha, las palabras se diluyen en el aire...

Tadeo está conectado a un respirador, con los ojos cerrados, la cabeza llena de vendajes con una leve tonalidad rojiza...

Una gran parte del brazo derecho también esta cubierto de vendas. Tiene agujas, y fríos sensores por todo el cuerpo.



Quieto...





Muy quieto...








Natalia llora en silencio contra el pecho de David.

Rolando llora y grita y muerde el volante. Golpea el tablero. El pelo se le pega a la cara. Se rasca las pequeñas lastimaduras de las manos hasta hacerlas sangrar. Luego se las frota con el sudor. Arde y molesta. Pero no tanto como el recuerdo de las personas siendo presionadas contra las rejas afiladas. Ni como el momento de bajar y ver a Tadeo al lado de una puerta teñida de carmesí.

Recuerda la sensación de empalidecer...

de sentirse sin fuerzas...


y de quebrarse...


- Dios... No me gusta... No quise... - Susurra.

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