Quien se destaca y es famoso por sus virtudes y hazañas.

No se podría afirmar con certeza de dónde surgió, aunque lo más probable haya sido de una erupción volcánica, quién sabe cuántos años atrás.

Obviando esos detalles vamos a decir que viajó por muchas callecitas de tierra y de asfalto, fue pateada muchas veces, algunas veces la agarraban y la obligaban a lastimar a algún que otro perro. Aunque si bien el paso del tiempo le dió muchos golpes, permanecía allí, inmóvil, inerte.

Tenía la forma de una pirámide algo deformada. Pero era casi igual a las otras que estaban cerca. ¿Qué la hacía distinta?¿Por qué habría llegado hasta ahí?¿Cual secreta y misteriosa misión guardaba el destino para ella?...

Capítulo 74

- ¿No me va contestá? - El aliento olía a vino aguado.

- ...

- He! ch' otario!? - le soltó el hombro y se le puso al frente.

Diego empezó a correr con todas sus fuerzas. Los chicos salen detrás de él, Diego salta charcos, cordones, lomadas, barro. A cada zancada los pies se le contraen, temerosos de incrustarse una espina hasta el Astrágalo. Se cruzan carros en su camino, piedras, casas, casitas, chapas, juguetes de los niños, el bache de la esquina.

- Agarrenló!, pará che culia!

- ¡Qué leche que tiene el pajero!

Hasta que por fin, la pisó. El pie se le retorció en un quejido de dolor, cayó de frente, extendiendo los brazos hacia delante, pero la reseca tierra lo hizo resbalar raspándose las rodillas y los codos y cayéndose de mentón. Un par de lágrimas surgen instantáneamente debido al golpe.

- Ahi se caió! tenganló! tenganló!

Lo alcanzaron.

- No me vai a contestá che culiau? - Lo patearon en el piso, lo levantaron y lo volvieron a tirar. Para patearlo un poco más.

- Pará, pará! no tengo nada! - se retuerce Diego.

Una señora se asoma por la ventana. Corre las viejas cortinas y ve el espectáculo.

- Jaja! cuchate Luca?

- Que me importa a mí eso! Pecho frío! Pirata de mierda!

TUNC! TUNC!

Se cierran las cortinas con el peso del miedo.

Las patadas en las costillas duelen más que la cabeza. Aunque intentar volar sería en vano, lo intenta. Pone las palmas de las manos en el suelo y hace fuerza similar a hacer una lagartija, se comienza a levantar muy lentamente. Uno de los otros tres chicos le salta encima y lo aplasta.

- Mierda...

TUNC! TUNC!

El dolor ya es casi parte de él, ya no siente las patadas, de lo rítmicas que han sido. Se queda quieto unos instantes, esperando que dejen de golpearlo. Pero no.

- Saquémole el pantalón! así queda en bola el culiau!

Le tironean. Se satura. Diego estalla.

- No! NO! NO MIERDA!

Comienza a largar patadas fuertísimas desde el piso. Golpea a dos en el pecho. Se pone en cuclillas, medio dolorido y desde allí salta a su presa.

- Guarda Luca!

Ése precisamente. Lucas.

- Ah!

lo tira al suelo y sentado encima de el le empieza a apretar el cuello. Lucas le dará dos trompadas en las sienes. Diego no se detendrá. Una patada llegará a su cabeza y la otra a las costillas, desde lados opuestos. Lucas le pondrá los pies en el pecho y se lo quitará de encima.

- Ma! Culia! Tenganlo ahí fuerte!

Los otros dos lo agarran de los raspados codos, Diego está mareado.

TUNC! TUNC!

Los golpes no lo hacen sangrar, pero siente como los huesos se abollan. El ojo recibe un nudillazo y se cierra. Finalmente un puñetazo en la boca del estómago lo deja retorciéndose. Las patadas seguirán un rato más. Hasta que un auto de policía pase por la esquina.

- Rajemo de acá! - Lucas le escupe a Diego. Sus dos compañeros lo imitan. Verdes escupitajos caen en las ropas del golpeado.

- Decí que hoy no tengo la punta, que si no..? - Comenta al irse Lucas.

Lleno de tierra, Diego queda solo, golpeado, dolorido. Siente sabor a sangre y a tierra. El pelo es una sola maraña, algunos pegados a la transpiración de la frente, otros metidos levemente en el párpado hinchado. Los codos están totalmente rojos y una gota de sangre que le escurría por el antebrazo se le endureció por la polvareda. Los músculos y el encéfalo le laten. La respiración es agitada. La piel arde. Con las pocas fuerzas que le quedan, Diego se pone de pie. Camina muuuy lentamente. Todo movimiento, por mínimo que sea, produce dolor.

- Ay!, ay! mierda...

- M'hijo!

- Mh? - Diego se da media vuelta. La anciana de la ventana a salido y lo está llamando.

- Venga, venga m'hijo!

El ojo que todavía puede abrir mira a la anciana con desconfianza. Aprieta los dientes y siente como cruje la arena. Escupe a un costado.

- Venga, le digo!

Diego camina.

- Pase para dentro, m'hijito.

Diego sonríe y se agarra la cabeza.

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