- Esperá boluda , no nos podemos ir y dejarlo así!
- Pero qué podemos hacer? o sea, el auto se fue y no sabemos a dónde.
- Bueno le digamos a la Tati! y que vea a dónde está
- No... no creo. la Tati puede ver todo pero no creo que todo TODO. osea, creo que como mínimo tiene que apuntar para algún lado, no?
- Si, tenés razón...
- ¿Qué mierda hacemos entonces?
- No se...
===================Capítulo 73=====================
- Marino, cuanto es, cada uno?
- Doce... - Arriesgo Rolando calculando.
- No, gil, 11.
- Bueno, yo tengo 15 pe. - Dice Diego.
- A ver, dame...
- y vos Marino...
- No, yo aparte, dije.
- Bueno, entonces... te debo... dos a vos Diego...
Macarena le da un billete de dos, una moneda de un peso, una de cincuenta centavos, y dos de veinticinco. Guarda todo en su bermuda celeste y negra.
Dos horas más tarde Diego está con su novia. la invita a comer un sánguche de 3,50.
Duerme plácido al día siguiente, cuando suena la alarma de su celular, estira la mano, aún con los ojos cerrados y manotea un poco. Diego gira sobre su cama, corre las sábanas, gira y se sienta. Apaga la alarma del celular. Se pone un par de medias y se calza las zapatillas mirando su celular. Un mensaje nuevo: Nos juntamos ahí a las 3 de la tarde. sean EXTREMADAMENTE puntuales. De: Len.
Se pone de pie y se calza una remera.
Ocho horas más tarde está caminando por un camino de tierra, descalzo, en un barrio que no conoce, sin celular, con dolor de cabeza, y sucio por desmayarse en la tierra.
Mete la mano en un bolsillo. Veinticinco centavos. Sólo eso tiene para volver a su casa. Un grupo de niños con el torso desnudo le pasa por el lado, jugando a la atrapadita.
- Mierda... bueno... si mal no recuerdo. Estoy para el lado sur de la ciudad.
Cruza una calle y lee un nombre. Tanti. Sigue caminando por ésta. Cruza una calle sin nombre, otra: Bruno Tapia, una avenida: Av. Pablo Richieri. La noche ya es bastante oscura y el alumbrado público aumenta hacia un solo sentido, hacia el cual se dirige.
- ¿Quién mierda me manda a venir para acá?
Encuentra una despensa abierta y un hombre está bajando una amplia persiana metálica. Antes de que la baje, alcanza a divisar un telefono publico.
- Señor... ¿ya está cerrando? - Pregunta Diego aún con la cabeza dolorida.
- No boludo, bajo la persiana para que no me de el sol.
La sonrisa sale exhalante y cansada de la boca de Diego. - Necesito hacer una llamada, por favor.
- Bueno, dale pasá, pero metele que ando apurado.
- Gracias.
Entra, siente el típico olor intenso a conservas, aceitunas y pickles de los almacenes. El teléfono, desgastado, con todo el panel de números rayado y la ranura para monedas quebrada.
- Funciona, no?
- si, pero es mañoso... a ver, dame.
El almacenero descuelga el tubo
- Agarrá.
Diego agarra el tubo, el hombre le arrebatala moneda y la introduce en la ranura
TUMP TUMP TUMP TUMP!
le propicia cuatro golpes fuertísimos al costado de la maquina, se tuerce un poco a la izquierda después de tantos golpes.
- Ahí agarró?
Diego lee la pequeña pantallita verde, difícilmente se distinguen las letras tenues tras ese plástico totalmente rayado. Todavía se lee POR FAVOR INTRODUZCA MONEDAS O INSERTE SU TARJETA.
- Parece que no...
TUMP TUMP!
- Ahí?
- ... no
TUMP TUMP!!
- Ahí agarró!
- Marcá ahora
- Bueno. Gracias.
- ¿A quien carajo llamo ahora? - Pensó Diego. No le voy a decir a mis viejo que me perdí y terminé en este barrio, porque sí. No, no papá, no estaba persiguiendo el auto de un narcotraficante, no estaba mandandome una cagada enorme y por eso me afanaron las zapatillas y el celular... Mierda.
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Mauro lanza un fósforo encendido a cada circuito que ardía dentro del gabinete de su CPU. Corre a su habitación, agarra una mochila y quiebra una reja de su balcón. Pisa la tapia que divide su patio del de su vecino, hace equilibrio, trota por encima de un par de tejados y cae en la calle de la otra cuadra. Se palpa los bolsillos.
- Mierda...
Tres horas después, bajo la almohada, suena un celular. Suena y el sonido retumba en la habitación vacía, en las ahora negras paredes de la habitación contigua, también vacía, incluso el sonido llegaría a salir por la rota puerta de entrada de la casa. Nadie responde.
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- Hola!...
- Hola Mauro escuchá bolud... - Dice Diego.
- Hola??
- Mauro! chabón necesito que le pidas a tu viej...
- No-no se escucha bien, hay interferencia. Disculpá, ahora no estoy. Dejame un mensaje.
- LA PUTA MADRE!
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- Bueno Echó nos vemos.
- Nos vemos loco, y no se hagan los giles, entrenen...
- Pero más vale chabón! te pensás que me voy a quedar sin ejercitarlo!
- Listo..., nos vemos.
Cleck...
Santiago cierra la puerta. Se dirige a la cocina para lavar los platos y los cuchillos que usaron durante la merienda. Suena el teléfono. La madre, arriba, atiende.
- La persona: "Diego, atendé Echó que estoy en un..." quiere comunicarse con usted. Presione uno si desea aceptar la llamada, de lo contrario, cuelgue.
Beep!
- Hola?
- Hola, está Echó?
- Si, Dieguito, te habla la madre, ¿pasó algo?
- Si, si ... mas o menos.
- Bueno ya te paso. Santi! Atendé es para vos!
Click.
- Hola?
- Echó... escuchá... qué hora es?
- A ver... ahi te dig...
- Bueno, no importa, escuchá. Me acaban de afanar las zapatillas y el celular. Estoy en la loma del orto y me duele la cabeza. ¿No me podés venir a buscar?
Diego mira a su derecha. El almacenero lo mira con cara de fastidio.
- ¿Yo? ¿¡A ésta hora!?
- Si, ya sé, escuchá, estoy en bolas, así te digo. Estoy cerca de la Avenida Richieri y Tanti.
- A ver... le pregunto a mi viejo, no creo que tenga drama...
- No tenés forma de venir vos?
- ¿¡Yo, así pelado!?
- O bueno, no sé. Preguntale, dale. Gracias Echó.
- ...
Diego tapa el tubo. - Ya termino. Ya termino. - Le dice al almacenero.
- Metele pibe.
- Diego?
- Si!
- Dice que esperes ahí nomás, en veinte minutos estamos allá.
- Dale, gracias hermano.
- No hay por qué. Un abrazo loco, nos vemos.
Click!
Cuelga. Le agradece al almacenero y se retira, camina hasta una esquina más iluminada. El estadio de Talleres, a menos de dos cuadras de allí, tiembla y retumba. Apenas Diego dobla la esquina un grupo de chicos lo ven. Miran fijamente sus bermudas, celestes y negras.
- He! loco! tas contento que ahora estás en la A, Puto?
- ... - Diego no contesta, simplemente da media vuelta y comienza a caminar en la dirección opuesta.
- He culiado! mirame cuando te hablo, eh?
- ...
El chico persigue a Diego y lo agarra del hombro.
- Che , que no me escuchaste, puto?
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Suena el celular de Ana. "Número privado llamando" Dice la pantalla.
- Hola?
- Nita! Estoy yendo para tu casa...
- Mauro, pero...
- Sí, dale, después te explico, te amo, chau.
Capítulo anterior.__________Capítulo siguiente.
Una historia real se trata efectivamente de todo lo contrario. Un grupo de adolescentes se da cuenta, de pronto, de que tiene facultades aumentadas, sobrenaturales. La historia aborda problemas de toda índole intentando darle el mayor y más crudo realismo pero sin dejar de intentar emanar una chispa de magia que salpique a la cotidianeidad y se le ría en la cara.
HR, un proyecto, ningún límite.
Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.
=OO demasiadas cosas!!!
ResponderBorrarse puso re locooo mauro xD
(nati)
no entendi la ecena de mauro... par ta genial!!! :D
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