Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

sábado, 9 de julio de 2011

¿Quién es un héroe?

- Esperá boluda , no nos podemos ir y dejarlo así!

- Pero qué podemos hacer? o sea, el auto se fue y no sabemos a dónde.

- Bueno le digamos a la Tati! y que vea a dónde está

- No... no creo. la Tati puede ver todo pero no creo que todo TODO. osea, creo que como mínimo tiene que apuntar para algún lado, no?

- Si, tenés razón...

- ¿Qué mierda hacemos entonces?

- No se...

===================Capítulo 73=====================

- Marino, cuanto es, cada uno?

- Doce... - Arriesgo Rolando calculando.

- No, gil, 11.

- Bueno, yo tengo 15 pe. - Dice Diego.

- A ver, dame...

- y vos Marino...

- No, yo aparte, dije.

- Bueno, entonces... te debo... dos a vos Diego...

Macarena le da un billete de dos, una moneda de un peso, una de cincuenta centavos, y dos de veinticinco. Guarda todo en su bermuda celeste y negra.

Dos horas más tarde Diego está con su novia. la invita a comer un sánguche de 3,50.

Duerme plácido al día siguiente, cuando suena la alarma de su celular, estira la mano, aún con los ojos cerrados y manotea un poco. Diego gira sobre su cama, corre las sábanas, gira y se sienta. Apaga la alarma del celular. Se pone un par de medias y se calza las zapatillas mirando su celular. Un mensaje nuevo: Nos juntamos ahí a las 3 de la tarde. sean EXTREMADAMENTE puntuales. De: Len.

Se pone de pie y se calza una remera.

Ocho horas más tarde está caminando por un camino de tierra, descalzo, en un barrio que no conoce, sin celular, con dolor de cabeza, y sucio por desmayarse en la tierra.

Mete la mano en un bolsillo. Veinticinco centavos. Sólo eso tiene para volver a su casa. Un grupo de niños con el torso desnudo le pasa por el lado, jugando a la atrapadita.

- Mierda... bueno... si mal no recuerdo. Estoy para el lado sur de la ciudad.

Cruza una calle y lee un nombre. Tanti. Sigue caminando por ésta. Cruza una calle sin nombre, otra: Bruno Tapia, una avenida: Av. Pablo Richieri. La noche ya es bastante oscura y el alumbrado público aumenta hacia un solo sentido, hacia el cual se dirige.

- ¿Quién mierda me manda a venir para acá?

Encuentra una despensa abierta y un hombre está bajando una amplia persiana metálica. Antes de que la baje, alcanza a divisar un telefono publico.

- Señor... ¿ya está cerrando? - Pregunta Diego aún con la cabeza dolorida.

- No boludo, bajo la persiana para que no me de el sol.

La sonrisa sale exhalante y cansada de la boca de Diego. - Necesito hacer una llamada, por favor.

- Bueno, dale pasá, pero metele que ando apurado.

- Gracias.

Entra, siente el típico olor intenso a conservas, aceitunas y pickles de los almacenes. El teléfono, desgastado, con todo el panel de números rayado y la ranura para monedas quebrada.

- Funciona, no?

- si, pero es mañoso... a ver, dame.

El almacenero descuelga el tubo

- Agarrá.

Diego agarra el tubo, el hombre le arrebatala moneda y la introduce en la ranura

TUMP TUMP TUMP TUMP!

le propicia cuatro golpes fuertísimos al costado de la maquina, se tuerce un poco a la izquierda después de tantos golpes.

- Ahí agarró?

Diego lee la pequeña pantallita verde, difícilmente se distinguen las letras tenues tras ese plástico totalmente rayado. Todavía se lee POR FAVOR INTRODUZCA MONEDAS O INSERTE SU TARJETA.

- Parece que no...

TUMP TUMP!

- Ahí?

- ... no

TUMP TUMP!!

- Ahí agarró!

- Marcá ahora

- Bueno. Gracias.

- ¿A quien carajo llamo ahora? - Pensó Diego. No le voy a decir a mis viejo que me perdí y terminé en este barrio, porque sí. No, no papá, no estaba persiguiendo el auto de un narcotraficante, no estaba mandandome una cagada enorme y por eso me afanaron las zapatillas y el celular... Mierda.

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Mauro lanza un fósforo encendido a cada circuito que ardía dentro del gabinete de su CPU. Corre a su habitación, agarra una mochila y quiebra una reja de su balcón. Pisa la tapia que divide su patio del de su vecino, hace equilibrio, trota por encima de un par de tejados y cae en la calle de la otra cuadra. Se palpa los bolsillos.

- Mierda...

Tres horas después, bajo la almohada, suena un celular. Suena y el sonido retumba en la habitación vacía, en las ahora negras paredes de la habitación contigua, también vacía, incluso el sonido llegaría a salir por la rota puerta de entrada de la casa. Nadie responde.

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- Hola!...

- Hola Mauro escuchá bolud... - Dice Diego.

- Hola??

- Mauro! chabón necesito que le pidas a tu viej...

- No-no se escucha bien, hay interferencia. Disculpá, ahora no estoy. Dejame un mensaje.

- LA PUTA MADRE!

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- Bueno Echó nos vemos.

- Nos vemos loco, y no se hagan los giles, entrenen...

- Pero más vale chabón! te pensás que me voy a quedar sin ejercitarlo!

- Listo..., nos vemos.

Cleck...

Santiago cierra la puerta. Se dirige a la cocina para lavar los platos y los cuchillos que usaron durante la merienda. Suena el teléfono. La madre, arriba, atiende.

- La persona: "Diego, atendé Echó que estoy en un..." quiere comunicarse con usted. Presione uno si desea aceptar la llamada, de lo contrario, cuelgue.

Beep!

- Hola?

- Hola, está Echó?

- Si, Dieguito, te habla la madre, ¿pasó algo?

- Si, si ... mas o menos.

- Bueno ya te paso. Santi! Atendé es para vos!

Click.

- Hola?

- Echó... escuchá... qué hora es?

- A ver... ahi te dig...

- Bueno, no importa, escuchá. Me acaban de afanar las zapatillas y el celular. Estoy en la loma del orto y me duele la cabeza. ¿No me podés venir a buscar?

Diego mira a su derecha. El almacenero lo mira con cara de fastidio.

- ¿Yo? ¿¡A ésta hora!?

- Si, ya sé, escuchá, estoy en bolas, así te digo. Estoy cerca de la Avenida Richieri y Tanti.

- A ver... le pregunto a mi viejo, no creo que tenga drama...

- No tenés forma de venir vos?

- ¿¡Yo, así pelado!?

- O bueno, no sé. Preguntale, dale. Gracias Echó.

- ...

Diego tapa el tubo. - Ya termino. Ya termino. - Le dice al almacenero.

- Metele pibe.

- Diego?

- Si!

- Dice que esperes ahí nomás, en veinte minutos estamos allá.

- Dale, gracias hermano.

- No hay por qué. Un abrazo loco, nos vemos.

Click!

Cuelga. Le agradece al almacenero y se retira, camina hasta una esquina más iluminada. El estadio de Talleres, a menos de dos cuadras de allí, tiembla y retumba. Apenas Diego dobla la esquina un grupo de chicos lo ven. Miran fijamente sus bermudas, celestes y negras.

- He! loco! tas contento que ahora estás en la A, Puto?

- ... - Diego no contesta, simplemente da media vuelta y comienza a caminar en la dirección opuesta.

- He culiado! mirame cuando te hablo, eh?

- ...

El chico persigue a Diego y lo agarra del hombro.

- Che , que no me escuchaste, puto?

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Suena el celular de Ana. "Número privado llamando" Dice la pantalla.

- Hola?

- Nita! Estoy yendo para tu casa...

- Mauro, pero...

- Sí, dale, después te explico, te amo, chau.

Capítulo anterior.__________Capítulo siguiente.

2 comentarios:

  1. =OO demasiadas cosas!!!
    se puso re locooo mauro xD
    (nati)

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  2. no entendi la ecena de mauro... par ta genial!!! :D

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