El verdadero héroe.

Dos pedales de aceleración son presionados simultáneamente.

Al mando de uno de los vehículos está Julian Méndez. Sentado a su lado su compañero Matías.

Al mando del otro el joven de hielo, en el asiento trasero duerme Kira.

Capítulo 62

Aceleración. Giro de volante. Embrague. Cambio de marcha.

Ambos llegan ante un semáforo en rojo de la Monseñor Pablo Cabrera. Esperan dos segundos, miran para ambos lados, al encontrar la calle vacía aceleran.

Se cruzan el Corsa Classic y el Falcon.

Una leve mirada entre Méndez y el Joven. Mirada de seriedad... ninguno de los dos se conoce.

El joven va presionando el volante con las manos transpiradas. Un anillo le patina en uno de sus dedos. Presiona con los pulgares en cada maniobra que realiza. Y aprieta con fuerza la mandíbula.

Méndez hace exactamente lo mismo.

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- De dónde lo conocés al tipo e...
- Es mi vecino. - Responde cortante Méndez.
- Mm...
- ¿Quién ha enviado las fotos?¿Cuándo llegaron?
- Esta mañana, sin remitente, sin nada. Estaban en la puerta.
- ...
- Esperá boludo ¿y si es una trampa?
- Qué mierda va a ser una trampa...
- ...
- Y si pasa algo, vos no tenés que temer a nada, ¿no? - Dice Méndez señalando con la vista la escopeta que carga su compañero. - Jaja... - Ríe nervioso.

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El joven frena bruscamente ante una casa con rejas negras.
Desciende.
Abre la puerta trasera.
Saca a Kira.
Cierra el auto.
Abre la reja.
Abre la puerta.
Sube unas escaleras.
Sienta y ata a Kira a una silla.
Le quita los dos dardos que aún tiene clavados en la piel.
Agarra una corbata y se la ata a la altura de los ojos.
La cachetea.
Nada, aún no reacciona.

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Méndez llega hasta la casa de su vecino y se detiene en la vereda del frente.

- Esperame dos segundos, si te necesito te grito. - le dice a Matias.
- Ok.

Se baja y va hacia la puerta, golpea levemente.

Nadie contesta.

Golpea nuevamente, toca el timbre.

Nadie.

Vuelve al auto.

- ¿Qué, has traido una pistola además de...?
- Si. tomá. - Dice Matías extrayendo una Beretta clásica y ofreciéndosela.
- Si, dame... - Guarda el arma en la parte trasera de su pantalón.
- Pero ¿Y la Beretta 9 mm que te dí hace poco?...
- Bajate y acompañame.
- Ya entiendo...

Dentro de la casa, en una habitación, el hombre de nariz puntiaguda y de ojeras, que en la mañana saludara a Méndez, está totalmente desnudo. Se acerca a la ventana para ver entre los postigos.

Una cámara filmadora está apuntando hacia él desde un trípode. En el piso, unas cajas de Dvd´s vírgenes sobresalen de una bolsa plástica.

Sobre el colchón de dos plazas está una niña de unos doce años...

También desnuda...

Méndez se asoma a una ventana y logra ver algo moverse.

- ¡Mierda!
- ¿Qué pasó?
- Vos quedate acá, yo salto.

Méndez salta el portón de la casa con una facilidad asombrosa. Sortea el garaje rápidamente. Busca. Mira por una ventana a su vecino completamente desnudo irse corriendo de la cocina.

Desenfunda. Rompe a balazos el vidrio de la puerta. Atraviesa el brazo y abre con la llave desde dentro.

Matías escucha los disparos y tira abajo la puerta del frente.

Méndez abre la cerradura y entra. Ve a su compañero por el pasillo. No dice nada, simplemente ladea rápidamente la cabeza indicándole hacia qué habitación ir.

Avanzan despacio. Apuntando al frente.

Finalmente entran en una pieza.

La nena los mira acurrucada entre sábanas. Está llorando.

- Dios...

La cámara aún filma. Y lo que está a punto de filmar es a un hombre desnudo empujando a dos policías y corriendo del lugar.

Méndez cargado de ira abre fuego y ve cómo el hombre renguea con una bala en la pierna izquierda.

Lo sigue hasta otra habitación.

Matías revisará el resto del lugar hasta asegurar que está despejado.

- ¡Vos! ¡VOS! ¡Hijo de remil puta! - Le injuria Méndez al pedófilo agarrándolo de la misma piel del pecho y lanzándolo contra el piso. - ¡Pedazo de mierda!

- ¡Basta! ¡basta! - Dice el otro, transpirando.

Matías viendo el área despejada y la cólerica voz de Méndez, lo ve venir. Va a buscar a la niña.

- Tranquila nena, nosotros somos los buenos... - La envuelve en la sábana con la que se estaba tapando y se dirige al auto.

- ¡¡¡¿Vos querés ir preso..?!!! - Grita Méndez.
- ...

Presiona con fuerza el pómulo del hombre con la punta de su arma. Le quema la mejilla.

- ¡Ahhss..!
- ¡¡¿¿QUERÉS IR EN CANA SI O NO PELOTUDO??!!
- ¡NO! - Responde el otro.

Méndez respira. Le saca el arma de la cara. Se yergue. Respira. Lo ve tirado en el piso...

- Entonces te lo hago simple... - Le dice.

Desde el Falcon se escucha un disparo...

Méndez sale al pasillo, guarda su arma en la funda sobaquera. Saca la Berreta que traía en la parte trasera de su pantalón.

Va al baño, agarra una toalla, la moja, frota con fuerza el mango del arma y suavemente el gatillo. Llevándola con la misma toalla sale del baño.

Dispara contra la ventana de la cocina dos veces, otra más contra el final del pasillo. Va hasta el cadáver. Ve el charco de sangre que ya se nota debajo de la cabeza.

Deja el arma en el piso y con la toalla agarra la mano del muerto. Manosea con ella al arma y realiza, sosteniéndola con firmeza, otros dos disparos hacia la pared del pasillo.

- Shh... shh... tranquila nena... - Le dice Matías en el auto. - Nosotros somos los buenos...

Sale Méndez entre los pedazos de la rota puerta de ingreso. Se limpia el sudor de la frente.

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