Relajo

Capítulo 53

Claudia merendaba en una confitería del centro cordobés. Miraba a la gente pasar por la peatonal a través de las ventanas amplias. Está sentada en una mesa al lado del gran ventanal, posicionada exactamente de frente a ella. Sentada en una banqueta alta, esperando a que le traigan el capucchino que ha pedido, y las cuatro medialunas con mermelada.

Un jóven alto, rubio, delgado y fornido va mirando las vidrieras...

Claudia está reflexiva. Esta vez con las cuestiones éticas...
- ¿Por qué, en definitiva, lo considerado "malo" es realmente malo?

El joven mira una y otra, camina tranquilo, no siente ninguna inquietud demasiado fuerte, su vida está pasando por un muy buen momento, puede caminar y respirar tranquilo.

Claudia revuelve con la cucharita.
- ¿Sería malo?... Se supone que nos criamos con una línea de lo que se debe y de lo que no se debe hacer. Básicamente impuesta por nuestros padres. En un comienzo no hacemos lo incorrecto porque estamos buscando la aprobación de ellos, pero después... ¿Pero ahora? Ahora el fundamento del porqué no hacer algo "malo" es: "porque es malo" y se encierra en un círculo lógico...

El paso relajado del joven. Camina mirando las piedras del piso. Da cada paso intentando ni pisar las intersecciones, se divierte.

- ¿Que es lo que lleva a una persona a buscar hacer siempre lo correcto?... El miedo. Es el miedo a algo. Quizá el miedo al castigo, quizá el miedo al rechazo, a la desaprobación divina... o el miedo a la soledad...
Es simplemente miedo.

La gente mira extrañada al joven que, tan raramente, sonríe. Ver a alguien sonreír en un espacio público es casi tan frecuente como encontrarse una pepita de oro. Y casi tan valioso...

No quiero tener miedo...! No, no puede ser... No tengo miedo de nada, además, el miedo no sirve de nada... de nada.

Finalmente, el joven pasa justo por enfrente de la confitería, ha venido sonriendo a cada persona que se ha cruzado desde hace ya diez cuadras. Ninguna de ellas gesticuló ni esbozó siquiera una sonrisa.

Claudia lo mira. Impulsiva, pero con mucha más convicción que antes, apoya la muñeca derecha al lado de la taza de Capucchino y extiende los dedos mirándolo fijamente y concentrandose con gran fuerza.

La ropa del joven se empieza a achicar, los pompones de algodón bucan regresar a su forma original. Tanto la camisa como el pantalón se empiezan a desvanecer. El jóven sigue caminando sin notarlo, mirando al cielo.

Claudia sigue concentrandose, el rubio camina despacio y eso le da tiempo.

Cuando él siente frío en el pecho recién se digna en mirar hacia abajo.

Lo que Claudia experimenta cada vez que hace uso de su habilidad es casi imposible de definir, es como arena escurriéndose por entre los dedos. Es decir, cuando se concentra en ello, siente como si todo lo que nos rodea no fuera nada más que naturaleza contenida, arena en una mano, esperando volver a su estado verdadero, esperando que alguien relaje los dedos para dejarla fluir...

Sentía un relajo profundo... como un desatar de un nudo. Como si Gaia le otorgara tranquilidad, a cambio de esa transformación naturalista.

No podía descomponer células, ni podía hacer a un árbol más jóven.
No podía hacer que las cosas volviesen en el tiempo, sino sólo "naturalizarlas"...

Sólo unos blancos calzoncillos... el resto ha desaparecido. Sonríe aún el joven, pero curiosamente ahora con la cara totalmente enrojecida.

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Ulises apoyaba su codo encima de una mesa, dejando sobresalir la mitad de su antebrazo. Y desde ahi, hacía algo así como ejercicio.

Dejaba caer fluidamente la mitad de su antebrazo hasta que tocara el suelo frío. Cuando lo sentía, comenzaba a solidificarlo de nuevo.

También se paraba en frente de su espejo, al igual que Macarena, y viscosificaba los brazos hasta que tocara con las manos el suelo. También lo había intentado estando acostado sobre su cama boca abajo, asomando sólo la cabeza, pero cuando sintió los ojos fuera de sus cuencas la idea no le agradó demasiado.

Al igual que Claudia, sentía un relajo al momento de efectuarlo, pero era como un "relajo trabajoso"

Era algo progresivo, tanto para aumentarlo como para disminuírlo.

Intentó también el proceso inverso, es decir, en vez de aumentar la viscosidad de sus tejidos, disminuírla. Lo hizo simple, cerrando todo el puño simplemente levantó el dedo mayor. (Haciendo un "fuck you") y partiendo de ahí se concentró en la punta de ese dedo...

Las primeras dos horas sólo lograba hacer que tienda a ser líquido en vez de sólido.

Se fastidió.

No podía endurecerse. Pese a que podía estirarse terriblemente, no por eso tenía más capacidad muscular. Y no lograba vencer a la gravedad cuando estaba usando su poder. No podía estirarse como una sábana extendida, a menos que alguien lo sujetara...
No por ser más estirado circulaba más sangre dentro de sus venas, lo cual le podía producir hipotensión. Si se convertía en un charco viscoso, tenía la misma movilidad que un charco.
El hecho de estar viscoso no implicaba que dejara de sentir con sus nervios.

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