Heroína.

Capítulo 55

Aylén sale de la facultad. Noche. Cielo nublado. Fresco.

Camina como siempre, hasta la parada del colectivo. Sola.

Soledad. Frío. Viento. Los cabellos siempre tan cuidados de Aylén se dejan acariciar por la brisa. Camina.

Cuatro sombras la siguen por detrás. A unos 100 metros.

Ella lo ignora.

Dobla en la esquina para entrar en una calle con alumbrado público defectuoso, Rota y sucia. Las sombras son confusas. Hablan entre ellas, pero no con demasiado volumen.

Exhala Aylén, parada al lado del poste metálico. Se apoya el dedo pulgar en la sien y frota su frente con los dedos índice y mayor.

Las sombras caminan cercanas, saben como dar los pasos en silencio, saben como aguantar la respiración para no ser advertidos.

Ella se saca una ínfima bolita de grasa de la frente, la mira, la arroja con un movimiento de su pulgar. Se alisa el pelo detrás de la oreja. Mira hacia donde debiera venir el colectivo. Una mano le tapa la boca, y otras tres le agarran de los brazos.

Comienza a lanzar patadas al aire. A cabecear. Son fuertes. Y son cuatro.

Si bien la calle no era un lugar muy circulado ni muy iluminado, se la llevan de ahí. Quizá a un lugar más cómodo.

Sola la calle. Pasa el colectivo.

===========================================================================

- Si boluda, ¿te acordas?...
- Encima de que no sabíamos que hacer, y encima que Jota decía que el chabon no se tenía que tomar el taxi...!
- El remis. Si. Pero no, por suerte terminó todo bien. La pendeja estaba hecha re bosta, boluda...
- No se podía parar..! Si me acuerdo. Y te la encajamos a vos porque era a la que menos quilombo le iban a hacer...- ríe.
- No, en realidad yo quise traerla. Pensé que se le iba a pasar después de un rato.
- Che y cómo fue?¿cómo fue? se despertó y dijo "chan! que pasó?" o algo así ¿no?
- Ahi si si si, no sabés que graciosa que fue su cara, no se acordaba de nada... y le digo, "anoche te encontramos en el boliche", "¿qué boliche?" me pregunta. Estaba para atrás pero mal...
- Bueno, pero por lo menos podía hablar, porque a la noche tenías que estar deduciendo qué queria decir...
- Ay no no no, y le pregunto, "te acordás a donde queda tu casa?", y me dice "si, no... bah, un poco"
- Jajajajajaja. - Antonella ríe a carcajadas.
- Si. Bueno che yo me tengo que ir...
- Si, dale yo también, nos vemos entonces Maca...
- Besito, chau chau.

Click.

===========================================================================

Aylén no refleja ira en su mirada. No llora. No se desespera ya.

Dos les sostienen las piernas. Otro el torso y uno de los brazos. Y el que queda le tapa la boca y le aprieta el otro brazo.

Entran en una pieza.

- Corré esas cosas.

Corren unos paquetes.

Aylén está relajada. Inicialmente se desesperó pero ahora sabía que la situación estaba demasiado controlada.

- Debe estar shoqueada.

La dejan sobre una mesa.

Ese es el momento.

Aylén inmediatamente genera el campo de fuerza alrededor de sí misma. y lo amplía de manera explosiva. Salen despedidos los cuatro varones y chocan contra trastos y paredes.

Estira los brazos. Los puños cerrados se abren bruscamente.

Dos de los varones son envueltos por membranas rojizas semitransparentes, son arrastrados por ellas contra los rincones de una de las paredes.

Aylén se pone de pie, agarra uno de los paquetes que están sobre la mesa. Es un pan de cocaína, envuelto en papel film.

Saca su celular con la mano derecha, mientras que con la izquierda acumula a los cuatro en un solo rincón, casi que los apila.

La policía tardará de veinte a cuarenta minutos en llegar.
===========================================================================

Una pupila.
Un ojo.
Un par de ojos.
Un lunar a la derecha del ojo derecho.
Un par de cejas y un piercing en la de la izquierda.
Una nariz.
Una cara, de tez muy clara.
Una cabellera enrulada agitándose con el viento.
Un collar. Con una extraña cruz metálica.

Un hombre, mirando hacia abajo.
Abriendo los brazos.

Un centro comercial.
Una enorme torre con vidrios celestes.
Unas enormes "S".

Y un hombre parado sobre la cornisa del predio Sheraton.

Un par de zapatillas que se inclinan hacia adelante.

Unas rodillas que se flexionan.

Una indescriptible sensación en el pecho.

Un salto impecable.

Un clavado perfecto al vacío.

La velocidad aumenta a cada segundo.

Los ojos entrecerrados.

La parte inferior de la remera vibrando como una bandera.

El viento en la cara. El vértigo ebullendo adentro de él.

La curva antes del impacto.

El giro tirabuzón.

El intento de aterrizaje sobre el techo del centro comercial.

El tropiezo contra el borde.

La nueva caída.

El vuelo.

El grito.

- WooooohoooOOOOO!!!!!

Y el terrible beneficio de estar en su casa en dos minutos.

Capítulo anterior.__________Capítulo siguiente.