Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

viernes, 25 de febrero de 2011

Lágrimas

Capítulo 42

Hay una avenida.

Hay lluvia.

Hay un edificio.

Hay un quinto piso.

Está el living.

Está el comedor.

Está la habitación.

Está un jóven roncando suavemente.

Están las sábanas desordenadas.

Está la madrugada abrazando la ciudad.

Es el silencio profundo.

Es el gemido sordo de ella en el baño.


Es la lapicera rosada, brillante, con un muñequito en la punta, la que escribe en un cuaderno, intentando entender cosas...

Algunas veces creo que mi vida no tiene sentido...
El resto de las veces, lo confirmo...


Es el papel del cuaderno el que recibe las lágrimas que llueven.

Parece apuntar a un entendimiento de sí misma.

Parece que dejará de lloviznar bajo sus mejillas.

Parece...

Hay una explosión de ira, de rabia, de FUEGO

Hay un cuaderno chocándose contra varios shampoos y cremas de enjuague. Cayendo a una bañera con algo de agua.

Hay un momento de locura, en el que intenta reír mirándose al espejo.

Hay un largo instánte en que se cierran sus ojos. Para volver a abrirlos.

Hay lágrimas que le ruedan por su rostro, negras, crueles, honestas.

Hay sólo una duda.

Está tan confundida, ¿Por qué no ha funcionado nada?

Está mirando al cuaderno mojándose en la bañera. ¿Por qué todo se derrumba?

Está la nueva explosión del llanto, de la angustia. Del sufrir por algo incambiable.

Es el lavabo quien la sostiene.

Es ella misma preguntándose lo mismo, en voz baja, otra vez.

¿Por qué se fueron?¿Por qué me dejaron?

Y al decirlo se quiebra.

Y es el resurgir del llanto. Y son las cosas que no dijo. Son las cosas que no hizo.

Son las personas que le han arrancado, son todos los proyectos que no han sido.

Y es ella cayéndose al piso. Llorando con la mejilla pegada a los mosaicos.

Y es la sensación de sueño. Del buen sueño, olvidador de dolores.

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Tengo que olvidarlos, piensa.

Tengo que salir adelante.

No! no tengo que olvidarlos! tengo que asumirlo!

Debo salir adelante!

No por ellos.

No por los otros.

Sino por mí misma.


Se para.

Se lava la cara.

Recoge y reordena las cosas.

Recoge su cuaderno rayado. Lo sacude un poco para quitarle el agua, y luego deposita su lapicera en el espiral del cuaderno.

Se ata el pelo.

Se pinta nuevamente.

Sale del baño espléndida.

Busca su bolso en el comedor. Se pone un abrigo.

Mira al jóven abrazando una almohada y sonríe.

Se dirige hacia la puerta, gira la llave, abre la puerta dejando las llaves puestas, del lado de adentro...

Cierra.

Va hacia el ascensor.

Baja.

Sale, y el fresco viento que corre por la avenida Yrigoyen le hace cosquillas detrás de las orejas. Y su rubio pelo intenta ser libre con él, pero sigue atado a su cabeza.

Y piensa que sólo necesitaba descargarse.

Kira sonríe nuevamente.

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