Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Capítulo 22

Luego del incidente en el hospital, pasadas varias semanas, Mauro había invitado a Ana a su casa, era la noche de un viernes 11 de Junio y estaban a solas.
Llovía intensamente y la tierra liberaba ese aroma casi delicioso. Hacía un frío considerable afuera.
Mauro y Ana están sentados en el sillón de planta baja.

- A ver, mirame, mirame fijo. - Le propuso Mauro.
- Perros voladores. - Dijo Ana. - Estás pensando en perros voladores.
- Bueno, ¡Genial! Ahora a ver cuánto lo mantenés! - Espetó Mauro y encendió el cronómetro de su celular al mismo tiempo que se tapaba los ojos y salía corriendo hacia la planta alta.
- ¡Pero pará chabón! ¡Hasta ahí nomás! - Reclamó Ana aún sentada en el sillón.
- ¡Acá! - Escuchó desde arriba. - ¿En qué estoy pensando?
- ¡En Dota!
- Oh ¡Puta madre! - Se quejó Mauro y trotó hacia el balcón, el punto más lejano del sillón. - ¿Y ahora?
- ¡En sexo! - Gritó Ana desde abajo.
- ¡Mierda! Bueno, esperá ahí un ratito...

Mauro esperó tres segundos más, pensó. ¿Cómo podría vencer a alguien que lee mentes? y luego, deliberadamente, pensó "No sé", lo pensó con todas sus fuerzas, y lo repetía mentalmente. "No sé, no sé, no sé, no sé, NO SÉ, NO SÉ"

- ¿Qué estoy pensando? - Gritó.
- Ehh... - Ana dubitó. - ¡En sexo de nuevo! - Arriesgó.
- ¡Jah! - Río Mauro deteniendo el cronómetro que había iniciado. - ¡47.86 segundos! ¡Menos que la última! ¡Jajaja!
- ¡Estoy cansada Mauro! - Inquirió Ana, ya la cabeza le dolía, luego de haber estado todo el día entrenando su poder.
- Guau... - Pensó Mauro, aún en la planta alta. - Ahora puedo pensar lo que se me antoje sin que puedas leerlo, siquiera... ¿No?

Ana no contestaba nada.

- ¡Estás gorda! - Pensó Mauro.

Ana seguía sin reaccionar.

- ¿Pudiste escuchar lo de recién? - Preguntó
- Ya no puedo Mauro, tengo cansada la mente.
- Ahora podría hacer algo re loco como pensar en porno o en matar a alguien o en cosas re turbias, total ya no me lee...

En ese momento Mauro gira la vista y ve el armario de su habitación. La expresión le cambió y se tornó seria.

- Vení. – Le dijo. Breve, conciso.

Ana no sabía qué querría mostrarle, lo siguió subiendo por las escaleras. Mauro estaba adentro de su habitación entreabriendo un armario, puso cara pensativa, y cerró el armario. A Ana le extrañó el cambio de actitud de Mauro.

- Primero lo primero. – Se dijo a sí mismo y, sin hacer contacto visual con ella en absoluto, se dirigió hacia la habitación de su padre, abrió la puerta ventana de vidrio corrediza que daba al balcón, entró aire helado, cerró, le dio una campera a Ana, siempre cuidando de no hacer contacto visual con ella, y abrió nuevamente, luego abrió la persiana, lo hacía todo en un silencio sepulcral como de quien está por confesar un asesinato o algo por el estilo. Las piernas le temblaban un poco, Ana no sabía si era por el frío, por miedo o por nerviosismo.
Cuando la persiana estuvo abierta de forma al que se veía claramente el exterior y la lluvia cayendo...

- Mirá Amor… - Dijo, sin mirarla. - Ahora vas a presenciar lo que puedo hacer, y por lo que me tuve que alejar de vos…  - Dijo, de espaldas a ella, mirando hacia la fría noche lluviosa.

Se llevó la mano izquierda a los ojos y los frotó ligeramente, luego extendió el brazo derecho, con la palma de la mano abierta hacia el exterior.

- Tenía miedo a lastimarte, lo practiqué un tiempo hasta que le agarré la mano… mirá…

Cr-cr-crack-¡¡¡CRAAAASHHHBROOOOOOHHHMMMMM!!!!!!

Un rayo fulminó la reja de enfrente de su casa.

Ambos se sobresaltaron.

Ir a capítulo 21: Ponte límites._____Ir a capítulo 23: Basta frecuentemente una frase corta para derribar un poder.

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