Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Descubrirse.

{Por Tadeo} Capítulo 29

Bueno, si me pedís que lo haga, aguántate escucharme un rato largo. Todo empezó el otro día, hace ya banda de tiempo. Estaba yo hablando con Maqui sobre esto de los poderes que ahora es tan famoso (obviamente), y mientras ella me contaba del suyo, la toque para correrla porque justo pasaba gente. Hacía calor ese día, así que ella estaba con una musculosa. De repente le pregunte:

- Ey, ¿Vos me contaste que estuviste con Fede en la costa o me lo imaginé?
- No, ¡No le conté a nadie eso! ¿Cómo sabés? ¿Vos nos seguiste o alguien te contó?
- No, estuve todo el almuerzo en cantina. Seguro que me lo debo haber imaginado.

Igual, mi vida suele ser flash y estoy acostumbrado a ver cosas o saber cosas que no sé de dónde saqué. En ese momento no le di importancia, así que seguí tranquilo. Pero después, en la clase que tuvimos antes de salir, ocurrió de nuevo algo extraño. Yo estaba sentado con Nati, y justo la toque en el brazo para llamar su atención y decirle que me prestara un lápiz. Pero de nuevo me ocurrió eso raro. Automáticamente le comente a la Nati:

- Ey, ¡¿Por qué David hizo eso!?

Ella me miro totalmente extrañada y me respondió:

- ¿Hacerme que?
- Y, ¡Eso! - Señalando su brazo.- ¿Por qué te agarró tan fuerte sólo porque tenían que cruzar una calle?
- Pero, ¿Vos cómo sabes eso? ¿¿¡Y - Con una voz mas aguda - qué te importa!??
- Ey, me preocupo por vos. Y no sé como lo sé, pero lo importante es que lo sé. Pero tenés razón, tus problemas, no los míos.

Los dos nos quedamos extrañados, principalmente yo. No sospechaba nada acerca de nuestro futuro. Ella ni siquiera soñaba con manejar el agua, y yo ni siquiera me permitía pensar en que iba a tener un poder semejante al que poseo ahora.

Pasó un mes de ese día. Ocurrieron episodios semejantes a estos, pero de menor importancia. Hasta que un día, subiendo la rampa, tuve un dolor de cabeza tan fuerte que caí en el piso y estuve a punto de golpeármela. Ese día ya tenía bastante dolor de cabeza, pero no tan fuerte como este. Fue tan efímero el dolor como duró tocar la baranda de la rampa y sacar la mano instantáneamente. Por suerte estaba con Maqui, Nati y David, que me ayudaron a levantarme. Maqui pregunto:

- Tadeo, ¿Estás bien? ¿Qué te pasó? -
Yo, un poco molesto por el reciente dolor, le respondí de mala manera: - No, es que quería abrazar el piso, porque me di cuenta que sin él me caigo. La verdad le debo mucho.

Luego reaccione y le dije:

- Perdóname Maqui - Sonreí.- Es que todavía me duele la cabeza. Estoy bien, sentí como que muchos pensamientos o recuerdos se acumulaban en mi mente.
- Pero, ¿Cómo te ocurrió eso?- preguntó la Nati.
- ¡Sólo toque la baranda de la rampa! Esto es muy extraño.
- Chabon, es la resaca del domingo- comentó David.
- Si - Sonreí. - Debe ser eso- Puse una cara parecida a XD

Luego, mas tarde en el aula, pensé: ¿Qué puedo hacer ahora? Si cada vez que toco la rampa me pasa esto, ¡Me voy a terminar muriendo! ¿Como puede ser que ocurra ésto?

Para darme cuenta si era verdad mi presentimiento, a la salida me cuidé de no tocar la baranda de la rampa. Esperé a que se vaya la mayoría de la gente, y procedí a fijarme si el episodio del terrible dolor de cabeza ocurría se nuevo. Me acerqué a la rampa, y simplemente la toqué. Al instante, sentí que incontables imágenes de manos de personas, con sus nombres e identidades en mi mente, pasaban como rayo frente a mis ojos. Cuando abrí los ojos, estaba tirado en el piso y el dolor de cabeza se reducía lentamente. Noté que estuve llorando, seguro que del dolor. Pero justo en ese momento me sequé los ojos y vi que no eran lágrimas, era sangre lo que brillaba en mi dedo índice. Fue demasiado el esfuerzo que hice para no gritar. Se me acerco el guardia, pero automáticamente salí del cole y me fui a la parada. Pero mi historia no termina ahí.

Cuando me subí al colectivo, me agarré de la barra que esta sostenida al techo. El dolor de cabeza volvió, pero más tenue. Al ser una persona que no le gusta hacer escándalo, me lo aguanté. Cuando me tocó bajarme del colectivo, tuve que esperar que una señora bajara antes. Luego de que ella bajara, me agarré para ayudarme a bajar las escaleras de la baranda puesta para eso. Sentí una electricidad desde los dedos hasta la cabeza, y la idea de que esa señora se llamaba Beatriz Estevez y que recientemente había estado hojeando una revista de costura invadió mi mente. Terminé de bajar y grite:

- ¡Beatriz! ¡Acordate que le tenés que devolver la revista a Marta!

No sé qué me obligó a hacer eso. Puedo ser una persona impulsiva, pero no tan colgado como para hacer eso. La señora me miró con la cara más extraña que vi en mi vida, una mezcla de horror, miedo, sorpresa, sobresalto y cara de: "¿De donde lo conozco a éste?" Y me respondió simplemente:- Ya sé. Por suerte no le dio mucha importancia, y seguimos con nuestras vidas.

Decidí hacer algo en contra de esto: Experimentar. Podría contarles toda la tarde que estuve practicando tanteando cosas, pero no viene al caso. Descubrí que si algo fue tocado muy recientemente, puedo saber que tocó la persona hasta una hora antes de usar el objeto (suena mal, pero puedo saber todo lo que tocó esa persona –una maldición total saber algunas cosas-). También tuve el alivio de saber que si sólo yo había usado un objeto y nadie más en algunas horas, no me ocurría nada, y que el metal no me producía recuerdos ajenos. A la noche descubrí que la luna no estaba (era luna nueva), y que por eso ocurrió el mes pasado esos incidentes con Nati y Maqui. Al fin había conseguido conocer los puntos malos de mi nuevo “poder”, y eso me permitió empezar a controlarlo.

Bueno, el resto de la historia la conocen. Por suerte, no soy al único que le ocurren cosas como esta. Justamente Pau siente la misma electricidad en los dedos. A ella no le gusta compartir mi poder, dice que no le gusta saber más de lo que necesita saber. Yo le respondo a eso diciéndole que tengo que lidiar con eso todos los días. ¿Pero sabés qué? No me quejo. Acepté lo que me dieron de poder, y espero pronto ser de alguna ayuda mas útil que tocar las manos de algunas personas para hacerles acordar dónde pusieron su celular o dónde guardaron sus zapatillas. Pero dejemos que el tiempo diga.

Ah, y yo no me apoyaría en ese poste. Como 10 perros diferentes marcaron su territorio ahí.

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