Cada ente se define por su némesis.

Capítulo 59

- Como ya te dije, trato de ayudarte, por ahora con un techo como mínimo. Ah, y a propósito... ¿Sabés de albañilería?
- Supongo que sí, lo básico.
- Bueno, acá a la vuelta están por empezar a construir, fijate si en una de esas te dejan trabajar ahí.
- Si, si.
- Haz demostrado ser eficiente y fiel. Y por ello te voy a conceder ésto.

El joven le entrega una llave.

- Es la llave de la puerta principal.

Mario recibe la llave con sus temblorosas y agrietadas manos. Los ojos se le humedecen. Parpadea un par de veces.

- Er... es... gracias. Muchas gracias.

Mira al joven y de pronto deja fluir un abrazo desesperado desde el alma. El joven permanece un instante como un poste, mas luego lo abraza sonriendo.

- Bueno Mario, tengo que irme.
- Si, si... gracias... - responde Mario enjugándose las lágrimas.
- Nos vemos después.- Sale de la casa.

El joven sale de la casa, camina con su aire señorial, levantando los talones levemente. Alto y delgado. Con un jean oscuro y una campera abierta de cuero negro sobre su remera también negra. Saca un paquete de cigarrillos del bolsillo izquierdo de su campera.

Tep tep.

Dos leves golpecitos contra la palma de la mano derecha. Asoma uno, lo extrae. Se lo lleva a la boca. Dos chicas muy bonitas se acercan de frente caminando por la vereda.

Mirándolas fijamente él lleva la mano hacia el extremo de su cigarrillo.

¡Chas!

Un chasquido de dedos y el cigarrillo está encendido en un parpadeo. Inhala mientras pasa por el lado de las chicas que también lo miran a los ojos. El papel y el tabaco arden con mayor intensidad, acortando levemente la longitud del cigarrillo. Exhala el humo para el lado opuesto al de las chicas y les quita la vista de encima.

Ellas, unos pasos más allá comienzan a murmurar y a reírse. Se dan vuelta varias veces para volver a verlo.

- ¡BOMBA! jaja
- ¡Te hago de todo! jajajaja

Él sonríe y dobla en la esquina.

Se detiene en una esquina regada de hojas caídas de un siempre verde, para darle paso a un carro con una familia. Escucha el característico sonido de los cascos del caballo contra el asfalto.
"DIOS ES AMOR" dice en una de las tablas laterales del carro cargado con enormes plantas de peperina.

Pasa el carro y el joven reanuda la marcha.
Para cuando ha recorrido unas cuatro cuadras, entre las palmeras y los tupidos arbustos de Crataegus finalmente se encuentra con quien iba a buscar.

- ¡Hey Rolo!
- ¡Ehh vieja! ¿Cómo andás papá?

Se dan un abrazo.

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