Los hechos y/o personajes de esta obra son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿Qué tiene?

Capítulo 27

Sólo en su habitación, Rolando parece dividirse en dos. Acaba de asaltar un banco. Una parte queda vestida normal, informal. Otra parte de Rolando parece tomar cuerpo propio, embadurnarse de sombras y colocarse una capucha. El Rolando cotidiano mira fijo al Hombre Muerte.

¿Qué?

¿Qué tiene de malo lo que hice?

Fue una inversión. Yo tenía poder y busqué conseguir más… sólo eso…

¿Que por qué el dinero y no otra cosa?

Mirá, en esta realidad, o al menos en la que se ve en esta porción del mundo, si uno no tiene dinero, uno no vale. Si una empresa multinacional contamina un lago con desechos tóxicos y quienes rodean ese lago son pobres, entonces a nadie le importa. Los medios podrían llegar a publicarlo pero sin demasiado énfasis. Si la misma empresa llega a contaminar el agua de una fuente de un Country entonces se detiene el mundo, todos los diarios muestran el seguimiento de un juicio de pesadísimos intereses por ambos lados.

¿Qué es lo que hizo que el tipo del country sí sea tenido en cuenta por la sociedad?

Que él tiene dinero, ¿y cómo lo consiguió? Bueno, supongo que como yo, limpiamente. ¡Jaja! ¡Pero claro que me parece limpio! Es la mejor forma que tiene uno de llegar a conseguir un monto como el que yo buscaba. El más correcto. Hay otra forma… que equivale a convertirse en una prostituta para con el mundo.

Pero ¡por favor!

Prefiero un país en el cual seamos todos ladrones y nos robemos constantemente a nosotros mismos, que es lo que hice yo, antes de andar regalando los recursos naturales que NOS pertenecen!!! Ningún hombre es libre señores, todos somos esclavos de nuestro propio egoísmo…

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No les dije.

No les dije nada a los chicos. La plata está a salvo acá, así que no tengo que preocuparme por eso… – Pensó Rolando mientras sostenía uno de los fajos y lo hojeaba rápidamente, dejando ver como al correr los billetes a la cara de Roca se le levantaban y bajaban unas cejas dibujadas en lápiz, y se le estiraban los labios.

- ¿La cana? No sé que estará pensando, pero no me van a agarrar.

Mientras tanto, en la escalera principal de entrada a la central de policía, Méndez está doblando una fotocopia de la imagen del "hombre muerte" y la guarda en el bolsillo interno de su campera.

- Pero si, éste es el boludo que me hizo quedar para el culo robándome el arma, uno no se olvida fácil de ese enorme cacho de carne que tiene por jeta. Pero lo voy a agarrar, lo voy a agarrar. - Piensa.

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