Bienvenido al mundo real

Capítulo 1

- Bueno, ¡La verdad no sé que hay en mi casa chicos! - Todavía no podía salir de mi asombro.
- Pero igual, tendríamos que saber si tiene algún efecto adverso o algo, che - Replicó Aylén.
- A mí no me pasó nada malo todavía... sólo me fatigo un poco si lo uso mucho... - Respondí.
- ¡A mí también! ¡jaja! - Dijo Natalia y me chocó la mano.

Lo cierto era que desde aquel cumpleaños mío... aquel 2 de Enero del 2011... todos habíamos sido... "elegidos"... ¡O así fue como nos llamamos a nosotros mismos!


Era asombroso... fabuloso... Yo les cuento mi versión de los hechos:

Al día siguiente del cumpleaños estaba tirado en mi cama, viendo tele... la típica, una peli de domingo por canal doce... clásico. Y en cuanto terminó iba a comenzar un especial aburridísimo acerca de no sé que cosa, y dije bue... cambio de canal... estaba acostado y demasiado cómodo. El control remoto estaba en sobre mi escritorio. Casi inalcanzable. Estiré el brazo para alcanzarlo. No lo alcanzaba. Me estiraba aún más y no lo alcanzaba. Hasta que...

¡PACK!

¡Vino hacia mi mano de golpe! ¡Como si hubiese sido empujado por alguien!

TRA-¡TACK!

¡Y lo tiré contra la pared del susto que me pegué!

¡TUMP!

Yo también me caí al piso. No entendía nada.

¡Y me empecé a hacer la cabeza! y me dije que no... no Rolo... no pasó nada te asustaste de nada no seas boludo, pensaste cualquiera, estás cansado, viste cualquier cosa... Fui a buscarlo mirando la pequeña marca que quedó en la pared tras su impacto. Estaba entero. Funcionaba. Cambié el televisor de canal. No intenté hacer de nuevo lo que creía que había hecho, pero la idea no se iba de mi cabeza. Rebotaba constantemente contra las paredes internas de mi cráneo. ¿Podía mover cosas con la mente?
Nah... eso sería imposible.
Mientras iba y venía, en el living de mi casa, empecé a imaginar un montón de situaciones en las que sería divertidísimo poder mover cosas o hacerlas levitar... Todo lo que veía, todo, ¿Podría moverlo?
Mi propia ansiedad pudo más que yo mismo. Corrí hacia mi cama y me recosté de nuevo. ¿Tendría mi cama algo que ver con todo esto? Busqué algo liviano. Una goma de borrar. La agarré y la mantuve sobre la palma de mi mano extendida. La intenté mover mentalmente. Me concentré. La miré muy fijo.

Pero nada. Volví a intentarlo. Me concentré más. Mentalmente repetí "Movete, movete, MOVETE".

Pero nada.

¿Acaso lo habría imaginado?¿Podría haber alcanzado el control remoto por mí mismo y aluciné el resto? Me acordé que leí en una revista que, cuando uno está en situaciones de sueño, es ahí cuando se producen la mayoría de las alucinaciones. No entendía cómo es que había funcionado con el control remoto. Tal vez había sido una mera alucinación...(?)
No. No me convencía esa idea, ni quería que me convenciera. ¿Acaso la habilidad tenía un límite? ¿Tendría alguna especie de energía interna que se iba desgastando y por eso ahora no podía mover nada? ¿Cómo funcionaría esa energía? Lo primero que pensé fue que quizá esa energía era similar a la energía química que, según como me lo enseñaron, consumimos de los alimentos. Esa noche cené mucho. En cantidad. Mi familia me veía alegre...

- Debe estar enamorado. - Susurraban entre mi madre y mi hermana.

Yo me reía. Ellas no lo sabían. Ni siquiera yo mismo lo sabía. Esa noche, mientras todos dormían. Me recosté nuevamente sobre mi cama. Pensé que quizá era la posición. Dejé la goma de borrar sobre el escritorio. Intenté imitar la misma pose en la que me había estirado para alcanzar el control remoto. Estiré el brazo nuevamente. Sintiendo una extraña sensación. ¿Y si ahora funcionara?¿Tendría que imitar esta posición todas las veces que quiera usar esta "habilidad"? Y además ¿Tenía alguna habilidad o lo había alucinado? Me concentré nuevamente. La miré fijo.
Nada.
Algo decepcionado. Un poco enojado. Miré de nuevo a donde estaba el control remoto. Estiré el brazo mirándolo y vino hacia mi mano inmediatamente. Esta vez sí lo logre atajar. No pude contener la sonrisa. Abrí los ojos con terrible felicidad. Sin embargo en mi cabeza una pequeña puntada me causó algo de dolor. Repetí ésto unas cuatro veces más. Para asegurarme de que era real. Funcionó las cuatro veces. Pero cada vez sentía una puntada más intensa en mi cabeza. Había algo, un condicionante, que hacía que pudiera mover el control pero no la goma de borrar, Pensé.
La masa no era. El control remoto era de una masa superior a la de la goma. ¡O quizá podía mover cosas de mayor masa con mayor facilidad!
Miré el banquito plástico en el cual me siento cuando uso la computadora. Estiré el brazo y me concentré de nuevo.
De nuevo nada...
Me dispuse a dormir. Al día siguiente seguiría descubriendo esta rareza de la naturaleza. Apagué la luz de mi habitación. Y, recostado boca arriba, pensé mucho en la cadenita metálica que cuelga siempre en mi pecho. Una pequeña cruz de plata. Pensé en que se levantase...y...

- ¡¡Haayyy!!- Grité.

¡Se levantó tan rápido que me golpeó con fuerza en el ojo!

¡Pero!¡¡Pero era genial!! Me dolía bastante el ojo y algo más la cabeza, pero aún así no pude evitar reírme a carcajadas. Se despertó mi madre y me dijo que la dejara dormir... Jeje.
¡El condicionante era el material! pensé inmediatamente. Busqué monedas, cospeles, lo que fuera. Los moví, a todos tan bruscamente como al control remoto y a la crucecita, pero ¡Los movía! El dolor de cabeza se volvió verdaderamente intenso y decidí no abusarme de ello.
Me dispuse a dormir con una sonrisa enorme en mi rostro.

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¡Al día siguiente pude hacer que un chico fuera golpeado por su propio cospel en la parada del colectivo!

No era mi intención específica, sólo quería que levitase frente a sus ojos. Parece que aún no lo controlo muy bien, pero puedo decir orgulloso que...

...

¡Controlo el metal!

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