Rolando está esperando, junto con varias personas más, en el cruce de las avenidas más concurridas de Hong Kong.
Los semáforos funcionan perfecto... Los peatones esperan para cruzar.
Sin embargo hay pequeños detalles en los cuales puede notarse con claridad la ansiedad de las personas al volante.
Usualmente un vehículo estándar debería detener el coche sin que la rueda delantera haga contacto con la banda transversal que delimita el inicio de la senda peatonal, de ésta forma la parte delantera del chassis sobrevuela dicha banda sin interponerse en la posterior trayectoria de las/os peatones.
Pero, claro está, la realidad sólo a veces coincide con el ideal.
Y Rolando es muy detallista con eso.
Vehículo al cual alcanza a detectar ansioso o acelerado, vehículo que queda inmovilizado en la calle antes de pasarse, un milímetro siquiera, del límite que le corresponde.
Varios coches presentan a personas golpeándose contra guanteras, tableros y parabrisas.
Tras el golpe, sus tripulantes quedan atontados y atónitos. Perplejos ante algo que no pueden hacer más que culpar al conductor por semejante brusquedad en la frenada.
Y al conductor no le queda otra que hacer silencio.
Es divertido ver las sordas discusiones dentro de las cabinas, como también las expresiones de sorpresa de l@s peatones beneficiad@s.
Y ni hablemos de las bicis y de las motos...
Un show de acrobacia que les roba escenario a los malabaristas.
Otro día, otro pequeño acto de justicia disimulado, invisible pero movilizador a su escala.
